He encontrado algo que creía definitivamente perdido.
Allá por el 2007, lo que en estas cosas es casi la
prehistoria, comencé a relacionarme con Lucas a través de Fotolog. Él acababa
de iniciar su experiencia fuera de casa descubriendo mil cosas nuevas, y
tratando de encajar en ellas la inercia y las bases que llevaba en su maleta.
Sus miedos sólo eran comparables con su arrojo, y mis preocupaciones sólo
comparables con mi confianza.
Hoy, muchos siglos más tarde, todavía me cuesta establecer con
él una conversación telefónica y, por supuesto, no manda correos electrónicos,
así que seguimos tirando de este blog, sazonado con frecuentes mensajes
escritos en WhatsApp, Face o Skype.
Fotolog era una herramienta muy simple, y supuso toda una
revolución entre gente joven, la gente que venía del Messenger y saturaría el
Tuenti para desembarcar luego, y en masa, en Facebook. Era simple, sí, pero ¿es
que tenía que ser de otra manera?
Pretendía crear vínculos y lo lograba, reforzar
complicidades y también, hacer grupos virtuales y ahí están. De aquellos
usuarios de Fotolog tenemos hoy las calles llenas con gente colgada de sus smartphones,
y cafeterías con grupos de amigos donde cada uno está buceando en su pequeña
pantalla.
Aprender a programar un grabador de vídeo VHS ha sido una
barrera crucial en nuestra integración tecnológica. Los hay, y muchos, que no lo
superaron y ahí van chupando rueda de toda la quincalla que luego han de ir
incorporando a sus vidas, quieran o no. Otros tenían hasta cintas editadas y
son parte de los que luego hacen una noche de cola para conseguir su Iphone de
último grito.
Pero más allá de la cacharrería, me fascina cómo ha cambiado
la forma de relacionarnos, y no ya por las maneras o los recursos usados, sino
porque hemos ido apostando por lo que abra más posibilidades, por lo que brinde
más inmediatez, por lo que integre más medios.
Me pregunto si, en proporción, estaremos ampliando el alcance y profundidad de lo que decimos, aunque sea una pregunta retórica. Me pregunto también si estaremos usando algún criterio para
elegir lo que más se identifique con nuestro estilo de vida y con nuestra
personalidad, si la comunicación así facilitada es un recurso a nuestro
servicio o un medio de consumo compulsivo. Supongo que de todo habrá, y no seré
yo quien lo juzgue.
Aquel Fotolog, donde yo sólo tenía un amigo (que era el que
me interesaba) quedó en el cajón de los trastos viejos y ya no recuerdo ni su
contraseña para entrar, pero sí he encontrado la dirección y…¡funciona! http://www.fotolog.com/2kodos/mosaic/
Me ha generado una enorme ternura ver lo que nos decíamos
entonces, y cómo nos lo decíamos. La verdad
es que nada ha cambiado mucho, ni en la forma ni el fondo.
Este es el mosaico de las entradas