Pero así son las cosas, tras un solo día maravillado en la zona de destino creo que lo mejor es dar la vuelta y volver a casa. Demasiado ruido con el famoso Coronavirus, demasiadas incertidumbres. Así la situación, no hay un buen ambiente personal para seguir insistiendo en esta ruta, y es mejor pasar este trago en casa, tanto por cuestiones sanitarias, como sociales, familiares y logísticas.
Me han quedado puntos en el tintero, puntos sobre los que he leído mucho y, sobre todo, que he buscado y encontrado con el interés suficiente como para secuenciarlos en mi ruta. Ahí están los que quedan pendientes:
- Castro Verde
- Monsaraz
- Sao Lourenzo do Berrocal
- Herdade do Feixo
- Evoramonte
- Cómlech de los Almendros
- Evora
- Arraiolos
- Castelo de Vide
- Marvao
Hay un par de cosas muy positivas en este retorno precipitado, además de ser lo más razonable: que las sierras que he surfeado para cruzar la frontera lo antes posible son hermosísimas, y que sin esta decisión precipitada no las habría conocido. El Parque Natural del Valle del Guadiana es todo un paraíso que valdrá la pena descubrir detenidamente y de manera monográfica.
Y otro punto es que está bien tener una lista de tareas pendientes creada con cariño y sin sentimiento de obligación. Debe ser chungo mirar al calendario inmediato y encontrarse con la agenda vacía, incluso no saber que hacer una tarde de domingo. No hablo ya del FUTURO, eso son palabras mayores para mentes mucho más optimistas que la mía.
Y ahí está, una carrera de 750 km sin parar para poder hacer una compra antes de fin de semana (dentro de lo que la situación de los supermercados permite) y ahora a cruzar los brazos en un sillón para contemplar cómo se desarrollan los próximos acontecimientos. Va a ser interesante.
No soy de los que prestan oídos a las especulaciones sobre si ésto es el resultado de la guerra comercial entre EEUU y China, sobre si ha sido un producto de laboratorio que se les ha ido de las manos, sobre si mascarillas sí o mascarillas no....hay demasiada especulación y no quiero meterme en el lío sin tener los criterios necesarios como para poder sortear todas las posibilidades.
Lo que sí es cierto es que esto nos pone ante un terremoto en nuestra zona de confort, un cambio que sin una crisis así no abordaríamos de ninguna manera, y un cambio que todos consideramos necesario ante la deriva de nuestra sociedad, y nuestro comportamiento dentro de ella.
Ahora habrá que ver cómo el mundo que los intereses han hecho globalizado, es capaz de gestionar un problema global. Habrá que ver cómo los poderes plurinacionales manejan los impactos desiguales del problema en cada una de sus miembros. Habrá que ver cómo los gobiernos anteponen los criterios sociales a los económicos. Veremos si las empresas tienen cintura para mantener a sus empleados, proveedores y clientes, cómo sobrevive un país basado en el sector terciario ante la ausencia de demanda de servicios, o cómo los ciudadanos anteponen intereses colectivos a los personales.
Será interesante ver si los medios de comunicación ejercen la responsabilidad que tienen y, cosa novedosa en la historia, si cada uno de nosotros actuamos frenando o potenciando noticias a lo loco, cuando tenemos más poder de difusión que esos medios convencionales.
Efectivamente, un buen montón de cuestiones que serán un punto de inflexión en nuestra evolución. Soy tan pesimista sobre el género humano a corta distancia como optimista en cuanto amplío la perspectiva. Si no tuviéramos una enorme capacidad de adaptación ni de gestas heroicas no habríamos sobrevivido a los últimos 40.000 años, donde no ha faltado un buen surtido de cataclismos y tiranos.
Ya veremos; como digo, va a ser muy muy interesante verlo y participar en ello.
Mientras tanto, aparcado queda el Alentejo hasta mejor ocasión.
La imagen es de Wall Street International