Auster tiene ese mérito tan común entre mis escritores favoritos de hacer que algo fantástico, o fantasioso, se inserte en la historia como un hecho normal que no llama particularmente la atención.
Cuando la fantasía te parece normal es porque el artista te ha elevado a ese nivel superior donde tu ser se despega de la cotidianidad humana. Si ese artista lo hace como Paul Auster, sin estridencias ni fuegos artificiales, entonces puedes estar seguro de que te llevan de la mano a mundos ilimitados. Ahí ya todo es posible.
Es posible llorar como hice una noche con el cuento de Navidad de Smoke, es posible volar como con Mr. Vértigo o desdoblarse como en La Música del Azar, ese azar que en Auster tiene el protagonismo que frecuentemente no sabemos identificar en nuestras vidas.
Se ha marchado de este mundo en unos días en que también se han ido otras personas cercanas, y por eso se incrementa la sensación de las pérdidas irremplazables.
Una vez más, tristemente, uso esta plataforma de homenajes para despedirme de un maestro y agradecerle los momentos que hemos compartido para disfrutar y hacerme crecer.