viernes, 13 de marzo de 2020

Nada, que me doy la vuelta

El plan que tenía preparado era, principalmente, el Alentejo, y sobre todo el del interior. Cruzar por el Algarve era casi un "de paso" del que no me he arrepentido.

Pero así son las cosas, tras un solo día maravillado en la zona de destino creo que lo mejor es dar la vuelta y volver a casa. Demasiado ruido con el famoso Coronavirus, demasiadas incertidumbres. Así la situación, no hay un buen ambiente personal para seguir insistiendo en esta ruta, y es mejor pasar este trago en casa, tanto por cuestiones sanitarias, como sociales, familiares y logísticas.



Me han quedado puntos en el tintero, puntos sobre los que he leído mucho y, sobre todo, que he buscado y encontrado con el interés suficiente como para secuenciarlos en mi ruta. Ahí están los que quedan pendientes:
  • Castro Verde 
  • Monsaraz
  • Sao Lourenzo do Berrocal
  • Herdade do Feixo
  • Evoramonte
  • Cómlech de los Almendros
  • Evora
  • Arraiolos
  • Castelo de Vide
  • Marvao
Y sí, sé que están ahí esperándome y que no van a moverse. De cada uno de ellos he leído cosas y acabaré encontrándome con ellos otro día.

Hay un par de cosas muy positivas en este retorno precipitado, además de ser lo más razonable: que las sierras que he surfeado para cruzar la frontera lo antes posible son hermosísimas, y que sin esta decisión precipitada no las habría conocido. El Parque Natural del Valle del Guadiana es todo un paraíso que valdrá la pena descubrir detenidamente y de manera monográfica.

Y otro punto es que está bien tener una lista de tareas pendientes creada con cariño y sin sentimiento de obligación. Debe ser chungo mirar al calendario inmediato y encontrarse con la agenda vacía, incluso no saber que hacer una tarde de domingo. No hablo ya del FUTURO, eso son palabras mayores para mentes mucho más optimistas que la mía.

Y ahí está, una carrera de 750 km sin parar para poder hacer una compra antes de fin de semana (dentro de lo que la situación de los supermercados permite) y ahora a cruzar los brazos en un sillón para contemplar cómo se desarrollan los próximos acontecimientos. Va a ser interesante.

No soy de los que prestan oídos a las especulaciones sobre si ésto es el resultado de la guerra comercial entre EEUU y China, sobre si ha sido un producto de laboratorio que se les ha ido de las manos, sobre si mascarillas sí o mascarillas no....hay demasiada especulación y no quiero meterme en el lío sin tener los criterios necesarios como para poder sortear todas las posibilidades.

Lo que sí es cierto es que esto nos pone ante un terremoto en nuestra zona de confort, un cambio que sin una crisis así no abordaríamos de ninguna manera, y un cambio que todos consideramos necesario ante la deriva de nuestra sociedad, y nuestro comportamiento dentro de ella.

Ahora habrá que ver cómo el mundo que los intereses han hecho globalizado, es capaz de gestionar un problema global. Habrá que ver cómo los poderes plurinacionales manejan los impactos desiguales del problema en cada una de sus miembros. Habrá que ver cómo los gobiernos anteponen los criterios sociales a los económicos. Veremos si las empresas tienen cintura para mantener a sus empleados, proveedores y clientes, cómo sobrevive un país basado en el sector terciario ante la ausencia de demanda de servicios, o cómo los ciudadanos anteponen intereses colectivos a los personales.

Será interesante ver si los medios de comunicación ejercen la responsabilidad que tienen y, cosa novedosa en la historia, si cada uno de nosotros actuamos frenando o potenciando noticias a lo loco, cuando tenemos más poder de difusión que esos medios convencionales. 

Efectivamente, un buen montón de cuestiones que serán un punto de inflexión en nuestra evolución. Soy tan pesimista sobre el género humano a corta distancia como optimista en cuanto amplío la perspectiva. Si no tuviéramos una enorme capacidad de adaptación ni de gestas heroicas no habríamos sobrevivido a los últimos 40.000 años, donde no ha faltado un buen surtido de cataclismos y tiranos.

Ya veremos; como digo, va a ser muy muy interesante verlo y participar en ello.


Mientras tanto, aparcado queda el Alentejo hasta mejor ocasión.

La imagen es de Wall Street International


jueves, 12 de marzo de 2020

Valle del Guadiana

El paisaje de dehesas con encinas y alcornoques debo tenerlo tatuado en algún cromosoma, de los anclados aún en la estirpe extremeña.



Supongo que la carga genética la llevamos todos, y no siempre se sabe dónde está el detonante que la hace manifestarse. Si le preguntamos a una golondrina, seguramente no sabrá explicarnos qué es el Congo ni cómo se llega allí, pero al final del verano emprende el vuelo y llega sin un titubeo.

A mi me pasa con un geolocalizador. No me sale un regusto en el paladar, un cierto sonsonete al hablar o un pellizco en el estómago hasta que los pies no pisan esta tierra. 

Son varias generaciones previas de extremeños, y son bastantes años infantiles con largas temporadas aquí. Es una realidad, ni buena ni mala, que no me condiciona a nada, y desaparece como llegó al moverme por el mapa.


Un misterio, y voy a estar sintiéndolo tres o cuatro días.

Beja no me ha parecido interesante, pero la llegada a Mértola es espectacular.


Un pueblo fronterizo presidido por un castillo medieval (otro castillo, así va a ser ahora) del que me ha llamado la atención que todos los nombres y honores del recuerdo son para el señor moro que lo defendió. Estamos tan acostumbrados en este país a las historias sesgadas, a las historias falsas llenas de buenos y malos que, desgraciadamente, nos choca que "el bueno" sea quien nosotros solemos calificar de "el malo". Así, sin más cuestionamientos.

Tiene una hermosa judería, un museo morisco, otro del contrabando (!!) y una enorme actividad cinegética, artesana, montañera y hasta jacobea; he visto algunos peregrinos y abundante señalización de un Camino que no sé cuál será.



Da gusto pasear por pueblos donde parece que los habitantes están contentos de serlo, desgraciadamente no es lo más habitual, y puede que esté sea así también, tapado por una interesada capa de atrezo.


Y hablando de habitantes, hablo con gente de España y sus crisis de políticas y epidemias, y me parece que se refieren a un país de otro planeta. Tendré que ir preparando el cuerpo para el reencuentro porque, no nos engañemos, esto tampoco es lo real.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Costa Alentejana

Pasada una línea imaginaria todo cambia de repente. 



Los pueblos parecen mediterráneos, las carreteras avanzan rectas entre bosques de pinos, y las playas... las playas pierden aquella grandiosidad casi épica para, sin ser necesariamente más pequeñas, convertirse en algo íntimo, llenas de coquetería.


 

Y esa sensación de intimidad se acrecienta al pasear por ellas sin nadie alrededor, abriendo huellas en la arena y protegiéndome del sol sentado en casetas abandonadas de windsurfistas.




¿Cómo es posible que en menos de 200 km que puede tener de ancho, Portugal genere tantos ríos y tan caudalosos. Toda esa cantidad de agua busca su camino entre los montes para desembocar en preciosas calas, en rías amplísimas y hasta en cascadas.



Tanta luz y tanta agua cambiarán radicalmente a partir de mañana, cuando tocará meterse por serranías y vivir el terreno fronterizo medieval.

Salgo de la costa lleno de imágenes, y me lleno ahora de expectativas para las próximas jornadas.

martes, 10 de marzo de 2020

Costa Vicentina

Al doblar el Cabo de San Vicente hay otro cambio enorme en la costa, y en todo el paisaje.



Y yo entiendo a Magalhāes y toda aquella gente de hace 600 años que se pasaban la tarde apoyados en el poyete de la fortaleza local, mirando a aquella inmensidad azul y las olas rompiendo desde lejos. Mucho tiempo así y acabas diciendo: "Venga, vamos" y descubres nuevas rutas a las Indias solo porque es lo que estaba al otro lado del horizonte. Es cosa de mucho tiempo por delante y darle vueltas a la cabeza, nada más.



Si me pasa hasta a mí, que soy un cobarde confeso, y que teniendo estas vistas, con tres cervezas, un barco y unos cuantos amigos que me calienten la boca acabaría colonizando un continente.

Bueno, solo si hay muchos días brillantes y tranquilos como el de hoy, porque con tempestad, el mar embravecido y el ruido de la tormenta, uno se aleja del poyete, se pone una chimenea en casa y le dice a los colegas provocadores: "Mira, otro día, que hoy estoy muy liado".




Son playas impresionantes, separadas de los pueblos y las carreteras por una barrera de montes, de manera que cuando te pones con ese mar enorme frente a ti, y con los montes y las dunas a tus espaldas, sufres el vértigo de perder todo punto de referencia, de no saber quién te crees que eres.


En la explanada de la fortaleza de Sagres hay una curiosa construcción con forma de un laberinto circular. Las paredes curvas canalizan y amplifican el susurro del viento, y el suelo tiene rejas que cubren los pozos que llegan hasta el rompiente de las olas, docenas de metros más abajo. Todo ello te pone ante los suspiros y los rugidos del dragón, dueño del océano, al que algunos se atrevieron a desafiar.

Aquí todo es grandioso, o tal vez solo es que te vuelves muy poquita cosa.

lunes, 9 de marzo de 2020

Mar, piedras, cuevas

Y más mar, más piedras, más cuevas. Así todo el día, con la boca cada vez más abierta.

Entre Faro y Portimāo encuentro esta costa que da la sensación de andar todavía en pleno movimiento, dura, brutal, castigada y de una belleza difícilmente comparable con cualquiera otra.




Decía el otro día a Rafa que no necesariamente siempre hay palabras para todo. Y él, como es más sabio, decía que entonces valía la música o el sonido del mar. Juega con ventaja porque es filólogo y escritor, y no se puede mover ni una coma a su respuesta.

Hoy es de esos días donde me siento enormemente privilegiado de poder asistir a este espectáculo con tanta luz y con tan poca gente (casi nadie) porque constato con los locales que todo lo que tiene esto de paraíso en una jornada así, lo tiene de infierno en verano, que es cuando la mayoría de la gente puede venir.




Por eso, me pongo la mano en el pecho, y me arrodillo si es necesario, para daros gracias infinitas a los que lo hacéis posible con vuestra cotización. Seguid así porque, si un día encontráis que vuestro trabajo no responde a lo que esperábais, siempre os podéis consolar pensando lo felices que nos hacéis a tipos como yo.

La verdad es que el sistema es todo un invento, no me extraña que quieran cargárselo.



Sigo al Finisterre portugués, hoy he visto por fin una ciudad con encanto.

domingo, 8 de marzo de 2020

De Faro a Lagos

Quarteira, Vilamoura, Olhos de Àgua, Falesia y Albufeira. Todo despacito, con mucho sol y poca gente, a pesar de ser domingo.


Pues Algarve en estado puro. Que no se trata de juzgar a Benidorm, de ninguna manera. Benidorm, tal vez, y excepto el paisajístico, cumple perfectamente con todos los papeles que ha de cumplir. El Algarve es aún más bonito, con mejores playas, mejor entorno y más cuidado. Seguro que si empezaron la locura turística unos años más tarde, aprendieron a no caer en ciertos errores y, en general, es menos cutre que la costa española; masificada igual, pero mejor.



La buena noticia de estos sitios para los optimistas compulsivos, es que cuando en un chiringuito pides unas sardinas te traen unas sardinas. Ayer, en un sitio muchísimo más puro y auténtico, pido lo mismo y me contestaron: "La temporada de sardinas es en agosto". Pero yo soy un turista, y no me importa si vienen congelas de Sudáfrica; para notar la diferencia tendría que tomarme juntas una de cada.

Mañana más costa, pero enseguida tuerzo para el norte y empiezo el Alentejo, que también tiene su parte Atlántica.


sábado, 7 de marzo de 2020

De Sevilla a Faro

Se puede hacer en una hora y media, a mi me ha llevado ocho.


Y es porque parece que en Portugal las cosas me salen muy despacio, paseo Tavira como si arrastrara los pies, paladeando cada piedra y cada teja, y luego el camino hasta Pedras de El-Rey ha sido un espectáculo muy emocionante.


Toda la barrera de arena paralela a la costa forma un conjunto de islas super protegidas, donde se han cuidado muy bien de no poner accesos (excepto por un estrecho puente peatonal lejos de todo) y donde no solo no se puede entrar con coche, sino tampoco con bici ni con mascotas. Hay que atravesar así una buena extensión de marismas en paralelo con el tendido de un trenet de via estrecha, pero tan estrecha como 60 cm, que debe funcionar en verano.

Caminar por una marisma siempre me sugiere estar en la nada, puede que sea por esos horizontes inmensos, por la amenaza de una arena que quiere devorarlo todo, por la biodiversidad aparentemente reducida. Es un escenario así me siento más intruso que nunca.

Pero al llegar finalmente a la playa inmensa y desierta me doy de cara con un "Cementerio de Anclas" tal vez colocadas, que no amontonadas, como homenaje a los pescadores de atún de almadraba. Parece salgo muy simple, pero tiene una monumentalidad sobrecogedora.


Se pueden pasar días pateando este paraje de Ría Formosa hasta que el corazón ya no quepa en el pecho.

Luego a Olhāo y sus docenas de bares de pescado y, para compensar de tal empacho de naturaleza, tierra adentro otra vez para meterme un gin-tonic rodeado de los excesos del Palacio de Estoi. Cuando los portugueses se ponen barrocos no hay quien los supere.



Acabo en Faro, que no llama demasiado la atención después de un día así, pero ya lo veré mañana con calma.

¿Más calma?

viernes, 6 de marzo de 2020

On the road again

No, no se trata de emular a los viejos rokeros, ni a ningún tipo de rokero. Nada de emular, a nadie. Se trata del deseo impenitente de llenar los ojos, de hacerlos grandes. Se trata de maravillarse.

En esta ocasión, tal vez noto algo nuevo, como estar haciendo una especie de viaje preparatorio de otro más grande con lo que vaya viendo de interesante en este... en la tonta idea de que un viaje puede repetirse.  No se puede, nosotros somos distintos cada vez, los sitios han cambiado cada vez, los olores, los sentimientos, las sensibilidades. La óptica entera.

Todo es diferente de un día para otro, 

Ahora a este sitio que tanto tira, el Portugal en época sin alemanes. Tal vez no tenga demasiado sentido visitar playas viviendo en una playa, pero ésta es una costa diferente cuando estamos fuera de temporada. El Algarve lo pasaré relativamente rápido para subir un poco por la costa alentejana y cruzar enseguida a la sierras y castillos, subiendo paralelo a la frontera hasta entrar de nuevo por Cáceres.


De momento, una primera escala en Sevilla. No acaba de entrarme esta ciudad, a pesar de toda su monumentalidad, sus rincones y su innegable belleza. No sé, hay algo en ella que me empalaga y no identifico claramente.


Bueno, vamos poco a poco