viernes, 2 de junio de 2023

De Pasagüero a Potes

Por ser el último tramo amanece en la montaña como solo aquí sabe amanecer, y parece que los diseñadores del Camino han querido darnos a conocer todas las aldeas que quedaban.

Si no es por ese motivo no alcanzo a entender la cantidad de vueltas y revueltas que he hecho. No es que me parezca mal, porque cosas bonitas he visto como Santa  María de Piasca, he tocado la campana de la iglesia de San Roque, que es otro clásico, pero aún así creo que ésto no es un camino medieval de peregrinos que buscaban combinar la mayor estabilidad de curvas de nivel, la mínima distancia y el mayor número de sitios con servicios. Complicada fórmula.

El último tramo antes de acercarme a la civilización era un bosque que parecía no haber sido pisado nunca, y la señalización en Cantabria…. podría haberla puesto alguien que hubiera caminado alguna vez en su vida, porque son mojones escasos, pequeños y cubiertos por la hierba que te dicen: "hasta aquí vas bien , luego ya veremos". Avisar, lo que se dice avisar, no avisan mucho.

Pero ya está, llegar a Potes es un shock por la cantidad de gente, de pasos de peatones y, sobre todo, de bares. Tras dos semanas sin haberlos visto ahora no sé qué pedir. 

Siempre ha sido una ciudad turística, pero se va pareciendo peligrosamente a Santillana del Mar. Mucha gente, pero mucha, que llegaba de hacer el Lebaniego desde San Vicente de la Barquera, otro montón de gente de excursiones de día desde 100 km. a la redonda. Si a esto se le suma lo del Monasterio de San Toribio de Liébana y su año jubilar y los viajes de adolescentes en fin de curso… el mogollón es tremendo.

Y menos mal que puedo ir entrando poco a poco en las aglomeraciones, porque luego llega Santander, que cada día está más chic con gente de bien... y ya veremos cómo aterrizo en Madrid sin tener un respiro.

Ahora voy combinando buses y trenes para volver con el regusto de cuánto ha valido la pena, de la cantidad de jugo que se saca de una experiencia de éstas y, con toda seguridad aunque no lo perciba conscientemente, de cuán bueno debe ser esto para el cuerpo, que lejos de pedir sopitas y buen vino, todavía pide caña.

Mañana el último madrugón de tren y pa casa.

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