Caminata exigente y disfrutona.
Exigente porque, ya era sabido, la Montaña Palentina tiene su carácter; no está para bromas y cuando dice de subir, hay que subir. Más que la altura, que también, lo que duele es lo largo de las rampas, donde se demuestra que con muy buena voluntad no es suficiente: hay que tener más fondo o enseguida empieza a fallar del fuelle. Una cuesta de SOLO 3 kilómetros son unos 6.000 pasos,y otros tantos suspiros.
Y disfrutona por todo lo demás, tanto como para que la dureza se olvide a la segunda clara con limón.
Excepto por los miles de cosas que descubro cada día, no hay nada más bonito que caminar por un hayedo denso (creo que son hayas, pero hay de todo). Es de una magia casi irreal.
El camino de hoy empieza con la Senda del Oso pegadito al río. Osos no he visto más que el gordo de la foto, pero si muchos ciervos, y parece de Walt Disney verlos correr por el bosque saltando limpiamente las cercas de los pastores eléctricos.
Es un camino de una belleza tal que no me extraña que la aldea de Arbejal (150 habitantes) tenga su salón de eventos mirando al valle. No puede haber espectáculo más bonito (y también tienen canchas de bolos montañeses, que hacía siglos que no veía).
La senda es la antigua de los arrieros que llevaban mercancías entre la meseta y la costa, y ésto es siempre garantía de sentido común en el trazado.
También comparte algo del trazado con el mítico Sendero GR-1, desde Ampurias en Gerona a Finisterre a lo largo de más de mil kilómetros (que, yasieso, lo haré en otro momento) pero la construcción de embalses no solo ha sepultado pueblos enteros sino que ha hecho desaparecer sendas con siglos de existencia, dejando algunas veces el camino en un ejercicio de funambulismo al que tampoco le falta belleza.
Luego pasa por un Bosque Fósil, donde las paredes recogen los perfiles de todos los árboles que fueron sepultados por un tsunami hace ni se sabe cuántos años.
Hace unas semanas, preparando este viaje, me preguntaba cómo era posible que en los anteriores Caminos siempre encontrase la dirección correcta en lugares tan remotos y tan solitarios, y la verdad es que siempre se encontraban. La señalización es crucial pero, a falta de ésta, existe una especie de instinto que te guía, o que te ayuda a encontrar una señal oculta cien metros más allá, o que te hace parar sospechando que algo no va bien, y te das la vuelta hasta que descubres el error. En este Camino la señalización es extraordinaria, tanto que creo que hay tantas señales diciendo "por aquí" como todas las alternativas de "por aquí no", que son un montón. Un verdadero lujo que te ahorra contratiempos.
Y por si el camino en sí no fuera suficiente premio, la llegada a San Salvador de Cantamuda hace el bingo ¡Qué preciosidad de iglesia y qué coquetería de lugar!
Voy a descansar, porque leo que la de mañana será más dura que la de hoy…. pero ya no falta mucho.