Chungo. Me enfado pero no me cabreo en el modo aquel
explosivo de liberar mala leche y desahogarme. Cuando me enfado, me ofendo y,
amigo, eso sí que es una faena. Los cabreos se quitan fácil, pero las ofensas…
se arrastran pegadas a ti como un zapato viejo.
Y me gustaría saber por qué me enfado, y lo que se supone
que consigo con eso:
- ¿Es que busco motivos cíclicamente para poner en ellos una serie de frustraciones que escondo cada día debajo de la alfombra?
- Lo que me digo que me enfada ¿Es el verdadero motivo de este estado de ánimo?
- ¿Hay una proporción entre mi enfado y lo que lo ha disparado? (ésta sí que es buena)
- ¿Dónde me lleva este enfado? ¿A quién quiero hacer pagar por estar enfadado?
- ¿Se trata de buscar culpables de los pequeños inconvenientes de cada día?