jueves, 28 de marzo de 2013

Estoy enfadado


Chungo. Me enfado pero no me cabreo en el modo aquel explosivo de liberar mala leche y desahogarme. Cuando me enfado, me ofendo y, amigo, eso sí que es una faena. Los cabreos se quitan fácil, pero las ofensas… se arrastran pegadas a ti como un zapato viejo.

Y me gustaría saber por qué me enfado, y lo que se supone que consigo con eso:
  • ¿Es que busco motivos cíclicamente para poner en ellos una serie de frustraciones que escondo cada día debajo de la alfombra?
  • Lo que me digo que me enfada ¿Es el verdadero motivo de este estado de ánimo?
  • ¿Hay una proporción entre mi enfado y lo que lo ha disparado? (ésta sí que es buena)
  • ¿Dónde me lleva este enfado? ¿A quién quiero hacer pagar por estar enfadado?
  • ¿Se trata de buscar culpables de los pequeños inconvenientes de cada día?




Bueno, ya está: negro sobre blanco. No hay nada como contarse las cosas…

No puedo decir que ya esté contento tras hacerme las preguntas, ni siquiera es necesario contestarlas, pero sí más tranquilo. Ahora puedo ponerme los juguetes rotos encima de la mesa y ver cómo voy a recomponerlos.

La foto es de www.desmotivacion.es


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