sábado, 14 de junio de 2014

De Pola de Siero a Oviedo


Nada, un paseín, incluido bus urbano en cuanto he podido para evitar todo el perímetro industrial de la ciudad.

Y Oviedo tan dulce, tan bonita como creía recordar. Aunque estoy lleno de confusión acerca de los recuerdos de Oviedo; no soy capaz de entender cómo apenas recuerdo qué hice viviendo aquí tantos meses, puede que cerca de un año, y cómo no conocí más de la ciudad. El único recuerdo vivo es el de la noche del 23-F, algunos compañeros el equipo... y nada más ¿Qué hice aquí durante tanto tiempo? Supongo que eso será la suma de un proyecto en el que no creía, tener toda la cabeza en Barcelona, donde acababa de mudarme, y que no me interesara nada de lo que hacia de martes a jueves.

El caso es que identifico el Regente donde vivía, el bar de los pinchos frente al Banco Herrero, pero todo lo de aquella experiencia está como en una caja vacía de la que no ha quedado más rastro que el cacharro abridor de botellas de sidra que me regalaron al marchar.

Ahora la paseo con la mochila en la espalda (hasta que abran el albergue después de comer) y veo cantidad de cosas interesantes, con San Julian de los Prados encabezando el ranking. Puede que sea muy diferente mi manera de mirar, mi porosidad o los ruidos que aturden la cabeza.


Puede que sea todo ello junto, por eso estoy contento de estar aquí hoy para comprobarlo.

Buen Camino.

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