jueves, 12 de junio de 2014

De Ribadesella a El Sebrayu

Mi guía califica esta etapa de"bucólica". No me parece una calificación desafortunada, ni mucho menos. Tiene incluso algo de coquetería que te hace perdonarle algunos repechos exigentes.


Hago verdaderos esfuerzos para no acostumbrarme a que este paisaje sea lo normal. Nada es normal, y la belleza es extraordinaria siempre, por definición. Si dejo de prestarle atención, y a maravillarme con ella, seguro que me perderé muchas emociones irrepetibles.

La ruta hasta Colunga se me quedó algo corta, así que repuse fuerzas para estirar tres horitas más, porque lo que viene por delante hasta la bifurcación entre el Primitivo y el de La Costa es demasiado larga, con el regreso de la montaña y con poco alojamiento. Pasa siempre con las leyes de la oferta y la demanda, cuanto más crítico es un sitio, y Villaviciosa lo es,  tanto más estrechos se hacen en facilitar las cosas.

Pero ni un paso más, El Sebrayu es una aldea que dice la hospitalera que tiene unos 40 vecinos (ella es muy maja, pero creo que los vecinos son menos de esa cifra). Una escuela donde cobijarse y poco más. El soporte de restauración consiste en una furgoneta que pasa a última hora y, eso sí es de agradecer, para a la misma puerta. También hay que decir que el paisano ambulante tiene de todo, y bien que escancia la sidra ¡Es la precaria existencia peregrina!

Pero suficiente en cualquier caso.

Poca gente ha pasado por aquí, en algunas zonas del camino hay que ir con machete por delante.

Buen Camino

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