martes, 31 de mayo de 2016

De sentido común

Hay leyes, o reglamentos, normas, procedimientos, o como carajo queramos llamar a lo que nos dice cómo hacer las cosas, que no se entienden.

Entender una ley puede ser un problema del ciudadano que no tiene luces suficientes como para llegar a asimilar lo que cabezas más floridas han diseñado, hasta ahí puedo aceptarlo, pero el deber de los gobernantes es ponerse al nivel del más tonto de los que les han votado, y el deber del resto de representantes de la oposición es no cejar en dar el coñazo hasta que las cosas se aclaren... o se cambien.

Ni la una ni la otra.



Puede que nuestros políticos estén muy ocupados en sus cosas y tengan que dar prioridades eliminando aquello a lo que no llegan, lo que se comprende en alguno de ellos, pero no llego a entender por qué no le encargan a aquel diputado con el número 5 por Teruel "oye, encárgate de este tema y me lo das solucionado antes del día 20". Así se hace en las empresas, donde la gente cobra menos que los diputados, y aparentemente funciona.

Y son cientos los casos de normas que nadie entiende y nadie explica. Y pasan días, meses y años sin que las cosas cambien. Y seguimos viendo y asumiendo la situación como si fuera lo normal.

Hasta los directamente afectados parecen resignarse, en muchos casos.

§  Que tengamos que renunciar a la sanidad pública para poder votar por correo
§  Que tengamos que renunciar a una pensión por cobrar derechos de autor por creaciones del pasado (pero no por rendimientos económicos de unas acciones)
§  Que tengamos que renunciar a un patrimonio heredado de nuestros padres, y que bien lo pagaron en su día, por no poder asumir los impuestos que implica
§   Que tengamos que ver a representantes de la ciudadanía con retribuciones en claro agravio comparativo respecto a los ciudadanos que representan
§  Que tengamos que sostener instituciones notoriamente inútiles, o sin operatividad ni contenido
§  ....

Podríamos hacer una lista de casos que no suponen ninguna ideología, sino simple sentido común, y exigir explicaciones antes de dar un paso más.

A lo mejor alguien muy irritable me llama antisistema, pero a mi sólo me parece que estoy diciendo que "el emperador va desnudo", como en el cuento infantil.

O eso, o el sopor que produce la pereza.


Ay, cómo cuenta Banksy estas cosas

jueves, 26 de mayo de 2016

Efectos secundarios

No paran de aparecer beneficios derivados de mi aventura cancerosa.Ya tenía lo de las experiencias vividas, las personas conocidas, los cariños apreciados y, como es lógico, la mejora de la salud.

Pero hay más, el último beneficio descubierto es que mis dos hermanos han decidido dejar de ser fumadores clandestinos.


Me alegro chicos, sé que lo disfrutabais, pero veréis que vale la pena. Y aquí lo hago público para que os comprometa más.

¿Queda alguien por apuntarse?


Imagen de iStock

sábado, 21 de mayo de 2016

De vuelta a casa


Interesante, muy interesante.

La gente que sabe es capaz de hacer cosas increíbles con el cuerpo humano, cosas que si las contamos nos parecen ciencia ficción o una auténtica casquería, pero puestos a vivirlas acaban pareciendo lo más normal del mundo.

En cualquier caso, tras una semana vuelvo a la vida casi normal y con mucho más conocimiento en las espaldas: más personas conocidas, más situaciones vividas, más reacciones experimentadas y más sentimientos generados. Cabe decir, respecto a estos últimos, que he percibido una cantidad y calidad de cariños como no se me habría ocurrido ni imaginar; sólo por eso ha merecido la pena.

Pues nada, a seguir viviendo


No sé por qué se me ha venido a la cabeza la película Delicatessen.
Desde luego, nada que ver

lunes, 9 de mayo de 2016

Otro paso de baile

Voy a estar unos días fuera de circulación: mañana me meto en el hospital para que me cuiden, me quiten lo que me sobra y me ayuden a conseguir lo que me falta.


Seguro que estoy en las mejores manos,  así que ya os iré contando lo que se siente con estas vistas.

Hasta pronto

La imagen es de Shutterstock

domingo, 8 de mayo de 2016

Juan, cinco años ya






Todos queremos a Juan, y también algunos nos hemos enfadado algún día muchísimo con él. Le queremos por su imaginación, su elegancia, su creatividad, su desbordante generosidad, su alegría, su risa. Le queremos por ser un buen hombre, una hermosísima persona.

Es cierto que nos hemos enfadado con sus errores, que no son más que los míos, más que los de cualquiera. La diferencia es que nosotros ponemos mucho cuidado en disimular nuestras equivocaciones, casi más en ocultarlas que en evitarlas, y Juan siempre se muestra tal como es, para que se le quiera como es. Le queremos por esa honestidad.

Y otra diferencia es que, cuando esos errores se le explican con cariño y sin retorcerle el brazo, Juan siempre los acepta, y después, su reacción es sentirse mucho más cercano a quien así le trata, y sé muy bien de lo que estoy hablando. También le queremos por esa nobleza.

El conjunto de genialidad y de debilidades es lo que define a la persona real, lejos de esos perfectos ídolos de yeso tan poco interesantes. Juan tiene ese enorme atractivo de persona real en la que todos encontramos siempre puntos de coincidencia. Juan tiene esa capacidad de crear corrientes de simpatía alrededor que van más allá de lo que somos capaces de explicarnos usando sólo la torpe lógica.

Hace años, cuando mi madre ya tenía su cabeza muy perdida y no siempre sabía reconocer el nombre de sus hijos o donde se encontraba, aquella mirada algo apagada siempre se iluminaba con un destello cuando veía a Juan. Esa es su  enorme fuerza y todos la hemos sentido alguna vez con él. Por eso, Juan es alguien inolvidable.

Al final de mi adolescencia, en una de las pocas discusiones que tuve con mi padre, y eran pocas no porque no le diera motivos para tener muchas más, un día me dijo: “Tú es que te pareces a tu hermano Juan...” Estábamos discutiendo, y no sabía si me estaba acusando de algo, o poniéndome en prevención de algo.

Como en tantas otras cosas, he necesitado de toda una vida, han tenido que morir mi padre y mi hermano para que llegara a entenderlo, para darme cuenta que, aquel día, lo que mi padre hacía era estimularme con el mayor de los piropos de que era capaz.

Así que hoy, con la intención de hacer justicia reparando aquella torpeza de entendimiento, sólo puedo ponerme la cara de mi padre delante y decirle: Papá, donde quiera que estés, gracias por decirme aquello, y sólo espero merecerlo. 



El que más disfrutó en mi fiesta del 60 cumpleaños
Y que nos sorprendió demostrando que sabía guardar un secreto.
La otra es de aquellas Navidades de Manila...

lunes, 2 de mayo de 2016

Mi pobre Europa


La historia la conocemos más o menos todos: la bella virgen fenicia solía pasear por la orilla de la playa hasta que un día se queda sorprendida por un impresionante toro blanco.

Juega con él sin darse cuenta de que se trata del poderoso Zeus disfrazado quien, deslumbrado por su belleza y virtud, quiere poseerla a toda costa. Y jugando jugando se monta sobre su lomo, y ahí es cuando el toro la secuestra nadando vigorosamente hasta Creta.

Y desde aquel momento, allá por la Grecia clásica y mitológica, Europa puede que no haya parado de crecer en virtudes, belleza y valores, pero los poderosos ajenos tienen la habilidad de engañarla siempre y llevársela al huerto. 

Aquella joven hoy es ya una anciana caduca, su belleza se mantiene como la de un parque temático, pero su virtud y valores no han aguantado los ataques de la demencia senil, y la pobre Europa se siente confusa sobre cómo llevar sus asuntos y tratar a sus hijos o vecinos, tan confusa que desconfía de ella misma y cede sus órganos de gobierno real a organizaciones no representativas democráticamente. Lo último que me desconcierta como europeo (de momento, y no necesariamente lo más gordo)  es que el acuerdo comercial con EEUU sea un documento secreto e inaccesible a los ciudadanos que votan.

¿Asombro? ¿Vergüenza? No sé, la imparable pérdida de dignidad europea me supera por mucho, me desborda.



Hay muchas imágenes del Rapto de Europa pero, en este caso,
la que ocupa el reverso de la moneda griega de 2€ me parece la más adecuada. 

Y la otra imagen es de una máscara de los Museos Vaticanos que, por desgracia, he utilizado ya varias veces