lunes, 2 de mayo de 2016

Mi pobre Europa


La historia la conocemos más o menos todos: la bella virgen fenicia solía pasear por la orilla de la playa hasta que un día se queda sorprendida por un impresionante toro blanco.

Juega con él sin darse cuenta de que se trata del poderoso Zeus disfrazado quien, deslumbrado por su belleza y virtud, quiere poseerla a toda costa. Y jugando jugando se monta sobre su lomo, y ahí es cuando el toro la secuestra nadando vigorosamente hasta Creta.

Y desde aquel momento, allá por la Grecia clásica y mitológica, Europa puede que no haya parado de crecer en virtudes, belleza y valores, pero los poderosos ajenos tienen la habilidad de engañarla siempre y llevársela al huerto. 

Aquella joven hoy es ya una anciana caduca, su belleza se mantiene como la de un parque temático, pero su virtud y valores no han aguantado los ataques de la demencia senil, y la pobre Europa se siente confusa sobre cómo llevar sus asuntos y tratar a sus hijos o vecinos, tan confusa que desconfía de ella misma y cede sus órganos de gobierno real a organizaciones no representativas democráticamente. Lo último que me desconcierta como europeo (de momento, y no necesariamente lo más gordo)  es que el acuerdo comercial con EEUU sea un documento secreto e inaccesible a los ciudadanos que votan.

¿Asombro? ¿Vergüenza? No sé, la imparable pérdida de dignidad europea me supera por mucho, me desborda.



Hay muchas imágenes del Rapto de Europa pero, en este caso,
la que ocupa el reverso de la moneda griega de 2€ me parece la más adecuada. 

Y la otra imagen es de una máscara de los Museos Vaticanos que, por desgracia, he utilizado ya varias veces


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