lunes, 10 de noviembre de 2014

Tiendas

-      Hola, quería una alfombrilla de baño que sea antideslizante
-      No tenemos
-      Y ¿sabes dónde puedo encontrarla por aquí?
-      Eso, vete al IKEA. O tal vez en El Corte Inglés

Conversación surrealista de un viernes por la tarde en un barrio tan popular y populoso como La Prosperidad de Madrid.

¿Qué está pasando aquí?

El diseño de nuestras ciudades de tamaño medio a grande es el de manzanas de edificios con pisos y plantas bajas comerciales, casi sin excepción. Tal vez otras ciudades europeas tengan un concepto más residencial, con menos alturas y menos comercio, pero el nuestro es así.

Y es así no por casualidad, sino porque nuestra forma de ser genera esa idea de los negocios más o menos pequeños que atienden las necesidades de proximidad, y esas tiendas, bares, o hasta bancos no sólo son negocios, no son sólo sitios donde se facilitan productos o servicios, no son sólo puntos activos de la economía.

Son lugares que crean cierta animación en los barrios, iluminación, donde se genera un estilo de vida, donde se puede palpar la forma de ser de los vecinos, donde se relacionan entre sí, donde se establecen vínculos.


Y aun siendo así nuestro criterio de ciudad, el concepto de comercio tiende a concentrarse en los centros comerciales, los grandes almacenes de la periferia y los bazares de los chinos ¿No suena extraordinariamente raro?

Los comerciantes frecuentemente abren sus negocios sin pensar más que en su producto, pero ignorando a sus clientes y al resto de tiendas del barrio. Con tal cojera de inicio, se hacen costosas inversiones en la puesta en marcha y se atrincheran tras el mostrador esperando que alguien entre.

¿Entrar? ¿Para qué? ¿Por qué entrar en ese sitio?

Así, paulatinamente se van mustiando y, en más o menos poco tiempo, acaban cerrando sin recuperar la inversión realizada, tal vez sin pagar las deudas contraídas y despidiendo a los empleados. Es una enorme fábrica de frustración que ahonda ese espíritu de declive cuando paseo acompañado por persianas echadas, con sus carteles de Se Vende, Se Alquila… o ya sin expectativas, sólo abandono y pintadas.

Otros comerciantes conocieron tiempos mejores, y el reloj de su éxito se detuvo en ellos ¿No han visto cómo han cambiado sus clientes? ¿No han olido sus nuevos hábitos? Después de dolerse ¿Dónde está su reacción? ¿Seguir pensando en que no pueden competir por precio? ¿Realmente es el precio lo único que tienen que ofrecer a sus clientes?

Si las tiendas son tristes, las existencias pocas, la variedad inexistente, el trato distante… ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?

Sobre los clientes podría escribirse un libro acerca del papanatismo de las tendencias, pero eso vendrá en otra ocasión.

¿Qué hacemos entonces? ¿Nos resignamos a vivir en ciudades fantasmas? ¿Limitamos nuestros hábitos a ir de casa al metro y del metro al curro y viceversa?

Nadie va a contestar que sí, que sea eso exactamente lo que queremos hacer, sino que pondrán una larga lista de razones por las que las cosas son como son. La delgada línea entre las razones y las excusas se hace mucho más gruesa cuando, sobre lo que nos parece ser la realidad, volcamos un gran cargamento de ilusiones, sueños y deseos capaces de poner un pie detrás del otro.

Si los comerciantes se hacen proactivos, si entre ellos se establece una comunidad, si piensan en sus vecinos cercanos, si son capaces de aportar algo de valor más allá del precio, si vuelven a ser seres humanos y no sólo proveedores, hay un hilo de esperanza.

Si los ciudadanos toman consciencia del lugar donde viven, si asumen que, hoy por hoy, ése es su sitio, si consecuentemente empiezan a verlo como algo suyo, y lo quieren y lo cuidan, si aprenden que la suma de barrios hace una ciudad, la de ciudades una comarca, y la de éstas un país, verán que tienen en su mano teclas para componer algo que valga la pena. Se ha demostrado que funciona cuando ha habido que defenderse de algo, pero aún no nos hemos dado suficiente cuenta de que no sólo hay que defenderse de agravios y crisis, sino de la pobreza de un estilo de vida, porque limitarla al metro y al curro posiblemente no sea suficiente.

Si las figuras de la administración local se enteran de quién les paga el salario y quién les ha puesto en el sillón que ocupan, si se sienten servidores de ellos y no de sus jefecillos orgánicos de un partido impalpable, si son capaces de bajar a la calle y preguntar ¿Qué podemos hacer? y luego se ponen a ello, si se despojan de vanidades y prepotencias, entonces cosecharán alianzas, complicidades y apoyos que acabarían contaminando a un alcalde, a un diputado, a un senador y a otras cabezas coronadas.

Centrar nuestra calidad de vida en nuestra capacidad mental está muy bien, pero qué ayuda tan grande tendríamos si, además de eso, un día necesitamos comprar una puta alfombrilla y sabemos dónde encontrarla a unos pasos de casa, o si alguien nos dice “no la tengo, pero te la busco”, y entonces volvemos a verle dos días más tarde para recogerla, y por el camino saludamos a una docena de personas y nos tomamos un café con un par de ellos, y alguien nos pregunta cómo está la abuela tras aquella caída que tuvo…

Sí, es verdad que en IKEA está más barato (no sé cuanto) y que tal vez la tengan en los chinos (no exactamente la que me gustaría) pero ¿vale la pena claudicar? ¿a cambio de qué?

Bueno, pues si no queremos cambiar las ciudades, vámonos de ellas. Si, además de un sitio de trabajo, las ciudades son sólo sitios con oferta de servicios, hacemos el turista de vez en cuando.


Aquel sitio tan bonito del Southwark de Londres.



martes, 14 de octubre de 2014

Volvo Ocean Race



Cuentan más de mil barcos apiñados en el agua, más de veinte mil personas en el village del puerto. Todo un espectáculo.

Me pregunto de dónde me vendrá esa fascinación por la navegación a vela, tan extraña a mis orígenes, tradición o cultura. Pueden ser las sensaciones que he percibido del silencio y la grandiosidad de la mar, los toques que permanentemente te da cuando te crees que sabes o controlas más de lo necesario, la intensidad de relación con los que te acompañan abordo... no tengo ni idea, y temo caer en intelectualizarlo cuando debe ser algo mucho más primario.

Desde hace más de treinta años he navegado en barcos de otros, he pasado muchas horas en mi catamarán o el moth cuando los tenía, y cuando, por fin, tuve mi propio barco me paraba una hora en él todas las tardes antes de llegar a casa.

Ahí fue donde, tal vez, sí percibí con mucha más precisión lo que supone "mi barco": prestar atención a mil detalles, mejoras, mantenimientos y todo tipo de optimizaciones que sí son más cercanas a mis propias paranoias. Este fin de semana, en el que me he metido de nuevo entre tanta gente de aquel ambiente, me ha hecho recordar los años en que fantaseaba con vivir en un barco, al menos en períodos de seis meses. El barco estaba localizado, sus planos, su historia, lo que habría que hacerle y hasta las listas de lo que estaría en cada uno de sus tambuchos.

Luego, la constatación de que hay que tener más capital y mejor forma física de la que tengo para las exigencias de esa vida, junto con el descubrimiento de otras maneras igual de pacíficas de disfrutar tierra adentro, han arrinconado aquel sueño, pero sigue en mi archivo y lo acaricio de vez en cuando por su belleza objetiva, aunque ya no forme parte de mis planes.

Gracias a la gente de Volvo por haberme permitido estar con ellos en primera línea de la salida y por las muestras de cariño que he sentido.



lunes, 22 de septiembre de 2014

Caminante


Me manda Máximo una cita del libro "El temor de un hombre sabio", de Patrick Rothfuss, que dice así: 
"En un mes en el camino aprendí más de lo que había aprendido con tres años de clases.
    Kvothe asintió.
    - Ya lo dijo Teccam: no hay hombre valiente que nunca haya caminado cien kilómetros. Si quieres saber quién eres, camina hasta que no haya nadie que sepa tu nombre. Viajar nos pone en nuestro sitio, nos enseña más que ningún maestro; es amargo como una medicina, cruel como un espejo. Un largo tramo de camino te enseñará más sobre ti mismo que cien años de silenciosa introspección."
No puedo estar más de acuerdo, aunque esa medicina y ese espejo también aportan unas emociones que compensan la parte dura. 

Caminar significa aceptar lo que el camino te va poniendo por delante, desde los paisajes y las sorpresas hasta las cuestas y el clima adverso. Sin trampas, sin negociar dificultades que ahorren la oportunidad de descubrir esos rincones del interior que siempre rehuimos. Caminar sin caer en el desafío de llegar a tiempo, ni siquiera de llegar; caminar porque no es el medio, sino el fin en sí mismo. 

Luego pasa la cita del caminar al viajar, así en general, caminando o saltando al otro lado del planeta, y si viajas mimetizándote lo más posible con el paisaje y el paisanaje se te abre el corazón y la mente. Creces, te haces más respetuoso y se te curan los nacionalismos.

Gracias por la cita querido. Me ha hecho desempolvar sensaciones.


Foto de este verano por Pirineos. Bonitas caminadas.

martes, 2 de septiembre de 2014

Estambul


Hay un islam, el turco, que cuando conquista Estambul en el 1500 y se encuentra extramuros con San Salvador de Cora, le añade un minarete y cubre los mosaicos con cortinas de madera para tapar las imágenes durante las horas de oración.

No hay destrucción, no la reinventan, nos la regalan a los que venimos detrás.

Ese islam hay que estudiarlo, hay que entenderlo y despojarlo de todo lo que se hace en su nombre y se oculta bajo sus principios de muchos siglos de manipulación, casi tantos como los de otras religiones monoteístas que tienden hacia un cruel absolutismo.

Quienes causan sufrimiento son las personas, sus valores culturales y sus codicias, no las religiones.



domingo, 31 de agosto de 2014

Estambul


Una ciudad que dispone de gradas con alfombras sólo por el gusto de ver sus puestas de sol, es un sitio que merece la pena estudiar.

Y a Estambul hay que estudiársela despacio, con sus mil variantes, sus universos tan diferentes, su capacidad para dar cabida a todo y a todos. Su gusto por sí misma, puede que su aceptación de sí misma sin exclusiones.

Han sido días plenos de esas cosas que llenan los ojos, de sensaciones muy nuevas, de maravillas y de aprendizaje. En todo ello, Estambul ha sido simultáneamente la fuente, el escenario o el catalizador.

Un tema más para profundizar. Gracias Lucas por haber preparado esto tan cariñosamente, mucho más allá de lo que es una visita turística al uso.




viernes, 27 de junio de 2014

Y Santiago


Ya estoy aquí, si es que era el sitio al que quería venir.

No está tan claro.  Entrar en Santiago es algo inevitable, y sin cuya materialización esto quedaría bastante cojo, pero creo que casi nadie de los que han hecho el Camino, por más abrazos que se den en el centro de la plaza, sienta que esto es más un objetivo que una excusa.

Hay que hacerlo para poder entenderlo. En un cálculo muy aproximado he dado, más o menos, un millón y medio de pasos ¿para venir a Santiago? Ni de coña.

¿Entonces? Tal vez para darlos, para tener esas ya casi desconocidas sensaciones que he ido experimentando.

Para armarme de algo más y ver los días que tengo por delante diciéndome: "Buen Camino"





jueves, 26 de junio de 2014

Los últimos kilómetros

No lo recordaba tan parecido a Las Ramblas. Puede ser que en el Camino Francés se te va preparando el cuerpo poco a poco, y en el del Norte el cambio es demasiado brusco.


Lo que está claro es que no soy un personaje sociable ni simpático cuando el entorno me obliga a hacer un esfuerzo para no dar paso a lo que podría llamar ... fastidio (no estoy convencido de que sea la mejor definición)

Ya veremos lo que me encuentro mañana por la tarde al entrar en Santiago. De momento, acabo de leer en el periódico que las obras de la fachada de la catedral terminaran "en unos meses, sobre marzo".

Ni siquiera veré El Obradoiro completo, y lo compensaré el sábado con los abrazos de mi hermano.

Pero ¡buen Camino! a pesar del frío que hace.

martes, 24 de junio de 2014

De Miraz a Sobrado dos Monxes


A pesar de no ser excesivamente largo, poco más de 25 km, es de los tramos que te hacen llegar muy cansado.

Tierras de leteiros y canteiros, prácticamente hasta el final no hay NADA, excepto una permanente y ligera subida hasta los 700 m. Esa ausencia de lugares de reposo, y la amenaza cercana de lluvia, hacen ir rápido y sin parar hasta llegar. Todo el cuerpo se resiente luego.

En tres días he experimentado tres modelos consecutivos de hospitalidad:
  •  El de un nuevo y gran edificio construido con dinero público para acoger a peregrinos, y totalmente desatendido.
  •  El de los ingleses de la Confraternity, la verdad es que un poco frikis, y que funciona rígidamente como un reloj.
  •  El de los benedictinos, que alojan peregrinos según los modelos medievales, en la cuadra y claustro del monasterio (medio adaptado todo, claro) y logran ese ambiente tan de la Iglesia, con una inquietante mezcla entre prepotencia y cercanía.

A pesar de tener un origen muchísimo más antiguo, el monasterio fue refundado por los franceses siendo el primer asentamiento cisterciense estable. Con sus sucesivas reformas, hoy tiene ese inclasificable estilo que sólo puede llamarse "barroco gallego", y la verdad es que impresiona. Impresiona su arquitectura. Impresiona su interior, donde han mojado todos los grandes medievales, renacentistas, herrerianos, platerescos y barrocos. Impresiona su emplazamiento y sus alrededores, con un gran lago artificial "construido por los monjes para dotarse de peces y ranas" (!!).

Doy fe de que los santos aquí enterrados se conservan completamente incorruptos. El frío monacal es polar.

Y se acabó el Camino del Norte. Mañana se incorporarán sucesivamente los que han hecho el Camino Primitivo y el Francés para entrar todos juntos en Arzúa, y esto se convertirá en una riada de gente que, espero, en esta época del año todavía debe haber infraestructura para soportar. Será la parte que me conozco y que veré cómo vuelvo a interpretar.

Buen Camino.

lunes, 23 de junio de 2014

De Vilalba a Miraz


Otro día doblando etapa.

Ayer estaba atento a las conversaciones de los grupos ruidosos (inevitable, por otra parte) y tomaba nota de los planes que hacían para hoy. No me parece mal que cada uno viaje como mejor le parezca, que se equipe como más le guste, que mande a alguien para que le lleve la mochila... incluso que vaya en taxi de un albergue a otro, que también eso estoy viendo a menudo. Lo que me revienta es que, con esa opción, ocupen los albergues que están previstos para otro tipo de usuarios, y luego pasa que no hay sitio o que utilizan los dormitorios comunes como si fueran los salones de un club social.

Parte de la culpa puede ser del maldito mojón de los 100 km, y el truco de recorrer esa distancia mínima para ganar la Compostela.

Así que, una vez en Baamonde, y viendo que ya había cola esperando a que abrieran, he vuelto a tirar a la siguiente etapa, y no me arrepiento, porque este camino es cada vez más Camino; lleno de vericuetos, cruceiros, fuentes y aldeas que no tienen más de cuatro casas y las calles son muchas veces de pasto, aunque tengan sus señales de tráfico.
En medio de este entorno donde todo es minúsculo, he caído en un albergue llevado por la Confraternity of Saint James con sus hospitaleros de importación, sus detectores de incendios y sus ofrecimientos de una nice cup of tea. Como si hubiera vuelto a equivocarme de sitio, aunque afortunadamente he entrado minutos antes de que empezara la tormenta de todos los días.

Siguen siendo raros, pero con algún peregrino empiezo a cruzarme, el resto debe estar ocupando albergues.

Buen Camino.

domingo, 22 de junio de 2014

De Maariz a Vilalba


Muy rápido, día de gran velocidad.

Los dos días de descanso en O Bisonte, las largas charlas y las risas con los paisanos (son la bomba) han sido como un chute de energía extra, de manera que al llegar a la meta prevista en Abadin no me ha gustado el pueblo y he doblado etapa hasta Vilalba, ganando así un día con sólo 37 km.

Subir desde A Marina hasta A Tierra Cha es un cambio de país. Es un damero de bosques de castaños, abedules y robles (¡desparecieron los eucaliptos!) y grandes campos de cultivos. Nada que ver con los valles cerrados y con un encanto muy diferente.

Junio va terminando y Santiago se va acercando, y se notan los albergues algo más cargados pero, el problema del Camino del Norte, es que hay que dormir donde dicen todos o doblar una etapa, porque no existe eso de un albergue alternativo cinco kilómetros antes y otro cinco después. Hay que tomárselo con calma después de tanto tiempo de paz.

Buen Camino.

sábado, 21 de junio de 2014

Maariz


Hay varias cosas que pueden hacerse en esta preciosa casa mientras hay tormentas:
  • Ver una arquitectura increíble como la de San Martiño
  • Encontrar en internet el texto íntegro de o conxuro da queimada galega, que es muy largo, pero lo necesario para que se queme el alcohol mientras se pronuncia.

En ello estoy, a ver si escampa y puedo seguir mañana caminando, porque las predicciones son horribles.

Los locales dicen: " No hagas caso, que en A Mariña nunca aciertan". Ya veremos.

Buen Camino 


jueves, 19 de junio de 2014

De San Xusto de Cabarcos a Maariz

Me gusta ser el último que sale de un albergue, y eso supone con frecuencia comenzar a caminar tan tarde como las 7:30!

Ser el último es tener el cuarto de baño con tranquilidad, poder extender todas las cosas para guardarlas ordenadamente en la mochila,  empezar el día con calma y en silencio, empezar caminando despacio.
Hoy ha sido de esos días y he estado atravesando esos pueblos que debieron tener un pasado espectacular. En Lourenzá, dicen, el Conde Justo peregrinó a Tierra Santa y se vino navegando en el sepulcro que se encargo allí para si mismo; un caprichoso que también construyó edificios impresionantes.

Mondoñedo merece la pena verla con calma, y lo haré mañana como día de vacaciones junto con la fábrica de Sargadelos (¡dicen que va a cerrar!) pero hoy disfruto de O Bisonte que es la "casa abierta" y taller de pintura que se ha montado Carmela en este camino. Es preciosa y tiene unas posibilidades infinitas, aunque debe suponer un curro enorme también.

Y espero una larguísima charla con una persona tan interesante.

Buen Camino.

miércoles, 18 de junio de 2014

De Luarca a San Xusto de Cabarcos


Ha habido de todo.

A partir de Piñera la única alternativa era patear mucha carretera, y con mucho tráfico, así que, desde ahí, autobús a Ribadeo.
Primera perdida para poder salir de la ciudad, que casi me cuesta una hora. Había olvidado que, en Galicia, las señales son al revés. En miles de kilómetros, en cualquiera de los Caminos de Santiago de España (y tal vez de Europa) los peregrinos se orientan por la flecha amarilla o por la concha de vieira. Siempre, las líneas convergentes de la concha marcan la dirección, y creo que he subido algunas fotos con ese símbolo.

En Galicia es al contrario, y si dices algo a algún gallego te contenta: "al revés están os outros", que es un razonamiento imbatible.

El plan es subir una cuesta de 17 km alejándome definitivamente del mar por el interior de Lugo, pero algo habré hecho mal porque me he visto en medio de un bosque rodeado de aviones anti-incendios, y sin más flechas amarillas que la que llevo cosida a mi mochila. Ante esta segunda perdida, la norma de supervivencia es: tira cuesta abajo y acabarás encontrando un río, sigue el río y acabarás encontrando un pueblo. No falla nunca. Y si encima el pueblo tiene alguien a quien preguntar y no te contesta a la gallega, entonces haces un bingo.

Si bajas para situarte luego tienes que volver a subir, pero he recuperado el camino y restaurado la senda hasta Grondán, como era mi plan original.

Tercera perdida, que no es tan grave: este albergue ha sido abandonado a favor del de otro pueblo más allá que,  al menos, tiene una tasca, y eso es fundamental.

Pues aquí estoy con unas cuantas jovencitas alemanas que no sé si han venido hasta aquí a propósito o se han perdido como yo. Yo más bien creo que lo tienen todo previsto, como sus mochilas parecidas en surtido a un bazar de los chinos.

Esto sí es Galicia, de nuevo tan diferente al pasar una línea. Mañana saldré de una zona tan agreste y empezaré a ver cosas muy distintas.

Buen Camino.

martes, 17 de junio de 2014

De Cadavedo a Luarca

Sí es algo corta, pero ayer cometí un error importante. Opté por las zapas pensando que treinta y tantos kilómetros de asfalto recomendaban suela blanda, y es verdad, pero la puntera de las zapas es más estrecha que la de las botas, y con estas uñas seniles y duras que se me están poniendo hoy tenía los dedos bastante perjudicados.

Ya lo he aprendido: zapas sólo para pasear, pero el trabajo duro siempre con botas, y así me ahorro tener que aislarme los dedos con tiritas como hoy.

El camino estaba precioso, y Luarca tan coqueta como siempre. Lo bonito del día es que en el bosque entre el Canero y Bercia, oigo que me dicen:

- Buenos días, supongo que no me ha visto.

Cuando estoy un poco mosca por la cantidad de gente a la que saludo sin que me contesten, esto me ha llamado mucho la atención, así que me he parado a hablar un rato con él. Me dice que le gusta mucho ponerse en ese sitio del Camino para conocer peregrinos y enterarse de muchas cosas de gente rara. Por desgracia -dice- todos son extranjeros y no se entera mucho de lo que le cuentan.

Para celebrar el encuentro, y que ambos hablábamos la misma lengua, me ha llevado un poco más lejos y me ha enseñado un curioso cementerio musulmán en medio el bosque, como una pradera de helechos entre la tapia de casi una hectárea.

- Esto no me cuadra Antolín -le digo- la puerta es musulmana, las piedras que marcan las fosas también, y alguna que hay abierta muestra muy claramente el sistema de enterramientos sin ataúd y con el cuerpo cubierto por losas, pero hasta aquí no llegaron los moros....

- Aquellos moros de los que piensas no, pero los de Franco en el 37
O sea, habían concentrado en varios puntos del frente cementerios especiales para hacer los enterramientos con el rito musulmán, y con los espacios previstos para hacer la preparación de los cadáveres. No lo sabía.

Y otro cementerio bonito es el Luarca, en un mirador sobre la entrada del puerto y con los panteones de tanto personaje ilustre.

Creo que mañana voy a darme otro empujón de autobús, porque no tengo los pies para mucha carretera, y parece que eso es lo que toca. Ya veremos.

Buen Camino


lunes, 16 de junio de 2014

De Cudillero a Cadavedo


Parece que entro en la órbita jacobea, y bastante gente se muestra parlanchina y colaboradora:

- No hagas caso de las señales y vete por la carretera
- Ni se te ocurra meterte en el monte
- Tira por los pueblines, porque si te aburres siempre tienes sidra

El mejor ha sido un paisano como un castillo que me para a muy primera hora y me dice: "Peregrino, toma esta moneda y se las das al apóstol de parte del Japi, con mucha educación y respeto, para ver si hace un mundo mejor donde podamos vivir todos"

Tranquilo Japi, aquí la llevo separada del resto, y cumpliré tu encargo.

El camino de 9 horas por carretera, sin parar ni a comer, se ha hecho largo, y desde la mitad ya andaba un poco grogy, con la mente en blanco y sólo obsesionado por no perder la línea blanca del borde de la carretera. Sin los bastones para controlar el equilibrio iba haciendo eses y tendía a ponerme en el centro de la carretera. Tantas horas por asfalto machacan los pies, que están deseando un baño de árnica.

Ciertamente, como decía la guía, el albergue es bastante "básico", pero voy tan cansado que no creo que eche nada en falta.

Buen Camino.

domingo, 15 de junio de 2014

De Oviedo a Cudillero


A decir verdad, Cudillero no está en el Camino, pero el Camino se desdibuja un poco estos días.

No he querido atravesar la zona industrial asturiana, o lo que quede de ella, y tenía la intención de saltarme hasta Avilés, pero me he saltado un poco más hasta ese aeropuerto que tan bien me conocía y he caminado desde ahí hasta el teórico fin de etapa de El Pitu.

Ya puestos -me he dicho- podía hacer tres kilómetros más y visito el bonito Cudillero para pasar ahí la noche. Espero no arrepentirme mañana, porque han sido tres kilómetros de fuerte bajada que ahora hay que volver a subir.

En cualquier caso, día de bastante descanso y fabes con almejas para acumular energía para mañana, donde todo lo leído recomienda olvidarse del trazado del Camino por peligroso y abandonado. 
Chuparemos un montón de horas de carretera. Esto es lo que hay, y al menos no hay prevista lluvia.

Buen Camino

sábado, 14 de junio de 2014

De Pola de Siero a Oviedo


Nada, un paseín, incluido bus urbano en cuanto he podido para evitar todo el perímetro industrial de la ciudad.

Y Oviedo tan dulce, tan bonita como creía recordar. Aunque estoy lleno de confusión acerca de los recuerdos de Oviedo; no soy capaz de entender cómo apenas recuerdo qué hice viviendo aquí tantos meses, puede que cerca de un año, y cómo no conocí más de la ciudad. El único recuerdo vivo es el de la noche del 23-F, algunos compañeros el equipo... y nada más ¿Qué hice aquí durante tanto tiempo? Supongo que eso será la suma de un proyecto en el que no creía, tener toda la cabeza en Barcelona, donde acababa de mudarme, y que no me interesara nada de lo que hacia de martes a jueves.

El caso es que identifico el Regente donde vivía, el bar de los pinchos frente al Banco Herrero, pero todo lo de aquella experiencia está como en una caja vacía de la que no ha quedado más rastro que el cacharro abridor de botellas de sidra que me regalaron al marchar.

Ahora la paseo con la mochila en la espalda (hasta que abran el albergue después de comer) y veo cantidad de cosas interesantes, con San Julian de los Prados encabezando el ranking. Puede que sea muy diferente mi manera de mirar, mi porosidad o los ruidos que aturden la cabeza.


Puede que sea todo ello junto, por eso estoy contento de estar aquí hoy para comprobarlo.

Buen Camino.