viernes, 5 de febrero de 2016

Darle un nombre

O poner las cosas en su sitio, que es tanto como decir en tantos sitios como personas sinceras y conscientes existen (y la verdad es que sinceras y conscientes... tampoco me parece que haya tantas).


Estos días he conocido a personas que proponen aceptar el cáncer (casi con resignación) y otras que plantean pelear contra él (furiosamente, y sin aceptar que pueden llevar todas las de perder).

No seré yo quien juzgue tales posturas.

Sin juzgar, y créanme que no lo hago, lo único que hago es contrastar esto con mi propia postura personal, aceptando que puede ser una gilipollez más, pero es la mía: Ni acepto la enfermedad ni la combato, sólo vivo con ella. Es una realidad, el cáncer está aquí dentro y es tan parte de mi vida como cualquier otra cosa ante la que no me preocupo por tomar una posición al respecto.

Es una parte real de mi vida actual; real por su propia evidencia y porque se hace notar, real porque ocupa su espacio y produce sus efectos, real porque condiciona mi manera de vivir, de pensar, de valorar ¿Cuántas y cuántas cosas producen el mismo efecto? Probablemente docenas, y ante ninguna de ellas adopto un gesto impostado.

Vivo con él y, como es aparatoso, me llama la atención, lo miro con curiosidad, estudio sus trucos y me produce la misma excitación que casi todo lo nuevo. No me consideren banal cuando digo que es una experiencia interesante.

Experiencia. Definitivamente, de esto se trata. Otra nueva experiencia que me hará crecer de alguna manera, porque me abre caminos a sensaciones desconocidas hasta hace poco. 

Este es mi proyecto, y llevo muchos años desarrollando proyectos como para saber cómo se hace esto. Los he hecho para mi y para otros, unos con gusto y otros con verdadero desagrado (alguno también con repugnancia). Unos han salido bien y otros han sido un desastre... pero de ninguno puedo decir que no haya aprendido algo

¿Durará? ¿Duraré? Lo estoy viviendo tan intensamente cada día que, de verdad, las respuestas a esas preguntas no me importan nada ahora mismo. 


Estas fotos andan por ahí en la web, en muchos sitios
Me las tomo como anónimas, porque no voy a poner aquí mis TAC ;))

3 comentarios:

  1. tu frivolidad es... más que inquietante!

    ResponderEliminar
  2. Uno no puede mas que quitarse el sombrero (siempre y cuando se disponga de él) ante un hombre que es distinto a los demás. Es un gesto de honestidad y valentía, que te honra como persona. Pero déjame que te diga algo: no te fíes; convive con tu nuevo amigo, pero guárdale las distancias; que se de muy buena tinta que es terroríficamente egoísta. Sí, amigo Carlos, te quiere sólo para él, y eso, aunque sea irremediable, es tremendamente injusto. Injusto para tí, y más aún para los demás.
    Vive cada segundo como si fuera el último, entrégale a los que quieres hasta la última gota de su saliva, no te guardes nada. Te espera una dura batalla de la que saldrás vencedor sin duda, por tu grandeza humana y porque tienes al Mundo de tu parte. Pero has de saber que tu victoria será amarga, porque a tu amigo, solo lo vence una cosa: el Tiempo. Y corres el riesgo de emplear todas tus reservas para tan amargo lance.
    Te deseo lo que siempre te he deseado: lo mejor.
    Y si necesitas un Sancho Panza con quien rememorar tus andanzas, ya sabes donde encontrarme.
    Un fuerte abrazo Maestro Carlos.

    ResponderEliminar
  3. No se si me tranquiliza o me inquieta.... pero me deja un gustillo raro que no me gusta

    ResponderEliminar