lunes, 18 de febrero de 2019

La Desbandá

Pasada la experiencia y descansado el cuerpo.

Han sido 10 días caminando desde Málaga hasta Almería siguiendo la ruta de las (aproximadamente) 150.000 personas que huyeron ante las amenazas radiadas por Queipo de Llano antes de entrar en la ciudad el 7 de febrero de 1937. Población civil, no combatientes, mujeres y niños que temían el ensañamiento anunciado por la tropas regulares.


Lo que no sabían es que el ensañamiento vino durante la semana de camino, cuando tres barcos y varios aviones estuvieron bombardeando a la columna sin descanso para practicar nuevas técnicas de combate. Un especie de Guernika, pero con unos 10.000 muertos y sin Picasso que lo plasmara en imágenes ni una exposición universal donde publicitarlo. Una masacre silenciada que, aunque sea simplemente, convendría dar a conocer y honrar. Os invito a que busquéis información sobre los médicos canadienses que asistieron a aquella gente y veáis las fotos o relatos de Norman Bethune.


Han sido 10 días fuertes que me cuesta resumir de manera sincera. Si tuviera que elegir una palabra para hacerlo sería la de DIFÍCIL.

Difícil físicamente, porque estoy muy acostumbrado a andar, pero con mi cadencia de velocidad, pausas y silencios, y hacerlo según lo que marca un grupo me altera mucho el ritmo. La ruta ha tenido de todo: mucha costa, carreteras y antiguos caminos rompepiernas que me han puesto al límite. Físicamente ha sido también muy exigente dormir en colegios o polideportivos que, en el mejor de los casos, nos facilitaban en el camino, y comer de un rancho itinerante hecho con la mejor voluntad.

Difícil personalmente, porque no soy especialmente simpático ni sociable, y he estado 10 días en estrecha intimidad con un grupo permanente de unas 60 personas, que han llegado a ser 300 en algunas jornadas.

Difícil porque he estado muy metido en un ambiente que propugna la "VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN", pero es verdaderamente complicado el cómo hacerlo. Ni idea como puede repararse algo tras 80 años, pero tampoco es aceptable hacer un borrón y cuenta nueva, igualando a víctimas y asesinos de ambos bandos.

Difícil porque me desborda la maldición cainita de la izquierda, y he asistido a las broncas entre los del PCE, los de IU, los de Podemos, los de las Asociaciones de la Memoria Histórica, los Republicanos... Según los días se mascaban situaciones cómicas o dramáticas.

Difícil cuando salen a tu encuentro ancianos supervivientes de aquello y se te hace un nudo en la garganta al ver sus lágrimas o escuchar cosas como "ahora ya puedo hablar...."


Difícil porque tratar de explicar lo que es Almería y sus invernaderos a los que te acompañan es comprobar los muros de prejuicios e incomprensión contra unas gentes que se han dejado la vida para crear algo que merece todo el respeto del mundo, aun siendo consciente de sus mil fallos y todo el margen de mejora que tienen por delante.


Difícil cuando llegas a la ciudad de destino, la que recibió aquel día al mismo número de refugiados que población tenía (y que ya estaba en un una dramática situación), y te encuentras como bienvenida pintadas insultantes en lugar de un orgullo por lo que entonces se hizo, tanto por parte de los supervivientes de la marcha como de los que les recibieron.

En fin, cuando hay tantas cosas que te parecen difíciles te cae encima un cubo de humildad donde solo puedes decir cosas como "no sé" o "no puedo", lo que no deja de ser saludable cuando te parece que eres un tipo estupendo.

Y si algo no ha sido difícil, sino un verdadero placer, es haber compartido esta experiencia con alguien tan cercano y tan grande como Máximo. Mil gracias Amigo.



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