A pesar de no ser excesivamente largo, poco más de 25 km, es de los tramos que te hacen llegar muy cansado.
Tierras de leteiros y canteiros, prácticamente hasta el final no hay NADA, excepto una permanente y ligera subida hasta los 700 m. Esa ausencia de lugares de reposo, y la amenaza cercana de lluvia, hacen ir rápido y sin parar hasta llegar. Todo el cuerpo se resiente luego.
En tres días he experimentado tres modelos consecutivos de hospitalidad:
- El de un nuevo y gran edificio construido con dinero público para acoger a peregrinos, y totalmente desatendido.
- El de los ingleses de la Confraternity, la verdad es que un poco frikis, y que funciona rígidamente como un reloj.
- El de los benedictinos, que alojan peregrinos según los modelos medievales, en la cuadra y claustro del monasterio (medio adaptado todo, claro) y logran ese ambiente tan de la Iglesia, con una inquietante mezcla entre prepotencia y cercanía.

Doy fe de que los santos aquí enterrados se conservan completamente incorruptos. El frío monacal es polar.
Y se acabó el Camino del Norte. Mañana se incorporarán sucesivamente los que han hecho el Camino Primitivo y el Francés para entrar todos juntos en Arzúa, y esto se convertirá en una riada de gente que, espero, en esta época del año todavía debe haber infraestructura para soportar. Será la parte que me conozco y que veré cómo vuelvo a interpretar.
Buen Camino.
Lo que para unos es el principia a ti te huele a final, impresionante foto parece una acuarela. Que puedas encuadrar después de la paliza es un buen síntoma. Besos
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