Por fin ya tenemos un entorno razonable, con horas de sol, con horas de fresquito, sin gente y con los niños en el colegio o en sus infinitas actividades extraescoloares.
Por fin puedo volver a hacer paseos, a tomarme tapas en sitios que no están a rebosar, a moverme con la bici, a sentarme con mi banquito en la playa.
A poner las cosas en su sitio y a ordenar las neuronas para las siguientes etapas. A prepararme para todo lo que está por venir.
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