martes, 11 de junio de 2019

De Ribadiso de Abaixo a O Pedrouzo

Llegar a O Pedrouzo siempre ha tenido para mí esta extraña sensación.

En primer lugar, porque transitar por un Camino abarrotado de gente te coge literalmente por sorpresa, y no acabas de entender qué diablos haces ahí metido. Reconoces el Camino, claro que sí, tiene todos los elementos propios de lo que aprecias, es incluso un buen tramo por calidad del suelo, paisaje, servicios… lo tiene todo. Pero las voces, el gentío, el impacto de lo que en cualquier otra circunstancia sería lo cotidiano aquí es extraordinario.


En segundo lugar está el propio lugar de destino ¿Por qué diablos paro aquí? Es un pueblo que no aporta nada, demasiado cerca de Santiago (18 km) pero demasiado lejos como para alargarse. Lo único que tiene es una larga calle con 2.000 plazas de alojamiento entre albergues y pensiones, y los precios más desquiciados del Camino para cualquier cosa.

Pero ahí está, es algo casi inevitable.

Eso sí, si lo que quieres es entablar conversación con peregrinos de cualquier nacionalidad y tipo, éste es el sitio. Aquí están todos y tan desubicados como tú mismo como para estar dispuestos a charlar de lo que sea.

Es una buena oportunidad para verificar, como así he hecho, que los sentimientos y emociones que nacen en esta experiencia son comunes en todos los que la hacen. Cualquier caminante de esta senda que la haya hecho más o menos entera, y no solo los famosos 100km del turigrino, llega a las mismas conclusiones y repite las mismas emociones.

No somos tan extraordinarios, el Camino sí lo es.
Mañana un gran salto. Buen Camino

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