viernes, 19 de mayo de 2017

Bien!!

Por fin, un cierto paso de normalidad democrática, si es que tal cosa puede existir en este país.

Tarde, como es habitual; como resultado de la aritmética oportunista, como casi siempre; con una cierta rebaja de la grandeza política, como no saben hacer de otra manera; y a regañadientes, como siempre que hay que salir y hablar. Pero lo cierto es que este gobierno abre el melón e invita a Puigdemont a presentar y debatir en el Parlamento el famoso y empolvado Procés.

No por buena, esta idea deja de abrir otros interrogantes alrededor: El primero es si Puigdemont será capaz de actuar como President de todos los catalanes o como el recadero de un gobierno hipotecado, porque hasta su propio partido (o lo que quede de él) tiene una verdadera confusión de ideas al respecto. El segundo es que, vale, se encarama en la tribuna y lo cuenta, pero ¿qué pasa entonces? ¿habrá un debate con resultados sin judicializar? ¿caducarán todos aquellos argumentos que habían impedido hablar hasta ahora? ¿se trata de una tregua técnica? 

Dentro de la fauna política, y de la subespecie catalana, el Carles Puigdemont es un tipo que no me cae mal. Tiene pinta de saber tragarse sapos, de llevar con cierta elegancia la patata caliente que tiene en las manos, y que él mismo no ha metido en el horno. Es un payés muy muy de Girona que tiene su retranca y al que se le nota cuando dice cosas "por exigencias del guión", pero que no se las cree ni harto de vino. De todas formas, yo no comulgo con muchas de las otras cosas en las que sí que cree.

En fin, sin duda es muy muy difícil no decir cien tonterías diarias en el puesto y situación que él tiene, pero veamos cómo sale de ésta, porque es una oportunidad de oro.



La foto es de Expansión

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