Una marcha corta, soleada y suave.
La verdad es que ya perdono casi todo al calificar la marcha de suave. Ha habido dos fuertes rampas para subir los altos de San Roque y de O Poio, en el Padornelo, y luego una gran bajada que pone a prueba las rodillas.
Es verdad que solo llevo un día en Galicia como para sacar conclusiones, pero tengo identificados varios peligros nuevos, a los que hay que prestar atención:
PRIMERO: Sorprendentemente, aquí es donde menos señalización hay sobre el Camino. Tal vez debido a los minifundios, hay cantidad de veredas que no siempre están marcadas. Si preguntas, lo mas seguro es que lo hagas a un gallego, e invariablemente contesta aquello de "por cualquiera de ellas se llega". Joder, ya lo sé que se llega, pero habrá alguna mejor.
TERCERO: El menú del peregrino. En la primera jornada he tenido el siguiente: Callos a la gallega, churrasco a la gallega y tarta de Santiago. Lo que no me ha matado la montaña lo ha hecho la cantinera.
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