No es que me guste estar en O Pedrouzo, pero este business del Camino se habrá echado sus cuentas y hecho sus presiones para que no exista ni un albergue antes del Monte Do Gozo. Así que, guste o no, aquí hay que quedarse (o hacer otra barbaridad de kilómetros como ayer).
La cosa toca a su fin, los novatos que empezaron en Sarria ya van todos hechos polvo de los pies y del sol, y los veteranos tratamos de auxiliarles del mejor modo posible. Cada vez que cae uno, se hace un corrillo alrededor donde todos aportan sus remedios (si se toman todo lo que se les da, revientan seguro).
Hay sabor a despedidas, intercambios de teléfonos y todas esas ceremonias que todos sabemos que tendrán otro sabor a partir de mañana, porque la mayoría de la gente desparecerá nada más llegar a Santiago.
Pero lo que tenía que quedar de esta experiencia ahí está, ahora hay que ir sacándolo poco a poco y descubriendo el valor que permanece. Solo tengo la conclusión informe de que me vuelvo al mundo con muchas más herramientas personales.
A ver como las identifico y aprendo a manejarlas.
Buen Camino
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