miércoles, 26 de junio de 2013

De Gonzar a Ribadiso

De nuevo la soledad, el silencio inmenso, la enorme paz.

Todo funciona perfectamente. Hay un excelente cielo azul desde que entré en Galicia, la luna llena sigue presidiendo el amanecer, todo va bien. 

Hay cuestas arriba y abajo que solo son marchar más rápido o más lento, pero es el camino el que se desliza bajo mis pies, y no que yo voy caminando sobre él.

Pasan bosques, tierras de cultivo, pueblos, y yo voy caminando siendo consciente de cada paso, de cada recodo del camino. Ni un movimiento en falso, ni un gesto impreciso. Se mueven las piernas en coordinación con los brazos, con los hombros. Noto cómo circula la sangre y cada gesto responde  como una máquina eficiente. Los bastones se apoyan con precisión en el sitio adecuado, la mochila tiene el peso repartido de manera que no pese, todo es fácil.

Voy avanzando en este Camino, y me paro a picar algo cuando tengo hambre y bebo cuando tengo sed. A veces paro a hablar con los del pueblo, sobre sus tierras o sus animales, unas veces me miran como a un alienígena invasor, y otras me cuentan cosas interesantes y comparten un trozo de queso de Arzúa.

Cuando uno lleva 700 km en las piernas cambia radicalmente el concepto de lo que considera cual es el punto del destino; ya no es el final de la etapa o donde había una reserva, ahora lo que quieres es un sitio que te guste, y si no es así el que tenias previsto, pues vas al siguiente, o al otro. Y así hasta que he dado con éste donde, no es ninguna casualidad, también he encontrado a gente conocida que se mueve con parámetros similares.

Una preciosidad de aldea, un río, unas praderas, y una larga charla delante de la chimenea. Gente que se incorpora y gente que desaparece cuando ven que están de más. Una noche larga de casi trasnochar, pero ya sé también cómo entrar en albergues cerrados a media noche.

Así ha sido este día; es muy difícil de explicar en palabras, pero he hecho casi 45 km sin más peso en el cuerpo que cuando hacía 18, seguramente porque son muchas las cosas que han cambiado en mi caminar. El cansancio es un concepto que tengo que redefinir, porque su significado me suena extraño.

Esta noche me encuentro a 40 km de Santiago y no sé exactamente lo que eso quiere decir ¿Se trataba de llegar a algún sitio? Tal vez sea el momento de descubrir por qué quería hacer este Camino, por qué me he metido a conocer el lugar que ocupo, a saber donde están los límites y quién los marca.

Mañana seguiré en este proceso. 

Buen Camino

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